miércoles, 25 de septiembre de 2013

Inmigrantes y refugiados

Impulsadas por la globalización, las inmigraciones forzadas por problemas económicos, demográficos, étnicos y religiosos, junto a la irrupción de corrientes de refugiados que huyen de zonas en guerra, han creado conflictos sociales en diferentes lugares del mundo.

La inmigración es un tema que divide a Europa, por el rechazo de sectores de ultraderecha que propician políticas contrarias a recibir a quienes se ven forzados a emigrar y también se hostiga a los establecidos. Es el caso de la primera ministra negra de Italia, Cecile Kyenge, que nació en África, y ha sido objeto de comentarios racistas por parte de la Liga Norte porque apoya la ciudadanía automática para los niños nacidos en Italia de padres inmigrantes.

Otro tanto ocurre en los Estados Unidos, donde doce millones de inmigrantes indocumentados esperan la prometida ley del presidente Barack Obama, hijo de inmigrantes, que les otorgue la ciudadanía. La reforma migratoria sigue frenada en el Congreso por la mayoría republicana en la Cámara Baja, reacia a debatir el proyecto de ley que fue aprobado por el Senado en junio último.

En este contexto, las Naciones Unidas encendió una luz de alarma ante el crecimiento de los refugiados que huyen de los enfrentamientos bélicos que se ensañan contra la población civil, como también por los efectos de hambrunas crónicas como las del África subsahariana y la creciente trata de personas que genera trabajo esclavo.

Frente a este panorama, el papa Francisco hizo ayer un fuerte reclamo en favor de los millones de emigrantes y refugiados del mundo y advirtió contra la trata de personas y la reducción a la esclavitud. En un mensaje destinado a la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que se celebrará el 19 de enero de 2014, Bergoglio condenó el rechazo, la discriminación y el tráfico de la explotación, el dolor y la muerte que sufren millones de seres vulnerables, que se contraponen a la solidaridad y la acogida, a los gestos de fraternidad y de comprensión que reclaman esas personas que sobreviven en absoluto desamparo.

Por eso el Papa pide a los gobernantes un cambio mundial de actitud hacia los inmigrantes y refugiados, como también a las instituciones internacionales y en particular a las Naciones Unidas, por esta cruel indiferencia social.
fuentes http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=591841

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