lunes, 29 de abril de 2013

Los inmigrantes abandonan Asturias


«España ya no es lo que era» hace trece años, cuando el colombiano Henry Rodríguez decidió instalarse en Asturias. La empresa en la que trabajaba cerró en noviembre, el paro no le alcanza y si todavía no tiene las maletas hechas ni sacados los billetes de vuelta es porque quiere esperar a negociar con el banco la cancelación de la hipoteca de su piso en Oviedo. Pero la decisión está tomada. Henry vuelve a Colombia. Su desesperación sirve para ilustrar la de todo un colectivo al que la crisis empuja de vuelta a casa. Su gesto de contrariedad pone rostro a la estadística: el número de inmigrantes residentes en la región ha descendido por primera vez después de una década y media de incremento continuado.
Asturias tiene este año, según el avance del padrón divulgado esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), menos extranjeros que el pasado y eso no había sucedido nunca desde finales de los años noventa. La curva sostenidamente ascendente de la población foránea en el Principado acaba de quebrarse de pronto. Se ha detenido, a 1 de enero de 2013, en 48.310 residentes extranjeros, que son 2.517 menos que el año anterior y menos que nunca desde 2009, que sitúan en el cinco por ciento la caída interanual y sirven para contabilizar el avance de la falla económica en la región. En las cifras globales del país, el descenso viene de atrás, ya se veía en los dos últimos recuentos. Asturias, con sus cifras reducidas de habitantes inmigrantes y su condición de tercera comunidad española con un porcentaje más bajo de residentes extranjeros -el 4,5 por ciento, frente al 11,7 de la media nacional-, acaba de sumarse a la tendencia.
Este descenso de 2013, el primero desde que hay memoria estadística publicada (1998), explica muchas cosas acerca de esta crisis que en el Principado, hasta ahora, sólo había repercutido sobre el número de inmigrantes con una cierta relajación en su ritmo de incremento. Según la interpretación de Juan José Palacios, secretario de política social y cooperación del sindicato Comisiones Obreras, la resistencia de los guarismos de Asturias en los últimos tres años se explica «como consecuencia de la emigración procedente de otras zonas de España. La crisis, sobre todo la de la construcción, golpeó más severamente en otras zonas de España, especialmente en toda la franja levantina, y eso hizo que al principio mucha gente decidiese marcharse a sitios relativamente más tranquilos a buscarse la vida».
Asturias pudo haber parecido eso durante un tiempo, pero ya no. De aquel aluvión de la época de bonanza, cuando los extranjeros registrados en el Principado crecían a razón de hasta 8.000 en un año -de 2007 a 2008-, se ha pasado definitivamente a este movimiento inverso, al inicio de un lento retorno que empieza a tener reflejo estadístico en el padrón. También alcanza el fenómeno ya a esta región de que nunca ha sido lugar prioritario de refugio de inmigrantes, acaso por una estructura laboral donde el protagonismo de la industria, interpreta Juan José Palacios, reduce la demanda de mano de obra extranjera.
El resorte que pone en marcha el proceso de retorno se localiza en el oscurecimiento de las oportunidades en esta «tierra prometida», cuyo influjo indujo a cruzar el Atlántico a miles de personas, pero también en la mejoría en algunos de los países suministradores de inmigrantes. Como quiera que de un tiempo a esta parte el mundo se ha dado la vuelta, ahora muchos deciden desandar el camino. Palacios lo ve en el sindicato: «En Brasil, por ejemplo, ahora hay mucha obra pública, por eso casi todos los varones brasileños vinculados a la construcción están volviendo a su país. Ecuador también crece y en Colombia, a medida que se calma el clima de inseguridad y se acerca la paz, va habiendo trabajo. La gente que ha hecho aquí un dinero y se queda sin empleo regresa a probar». No desciende aún el porcentaje de rumanos, la comunidad foránea más numerosa del Principado, y como lo que manda aquí es en buena medida la situación del país de origen, en la colonia de extranjeros residentes en Asturias «aumenta el peso de la Unión Europea y disminuye el del resto del mundo».
En términos generales, pronostica Palacios, su número mengua y seguirá bajando si no cambian muchas cosas. «La caída de este año ha sido bastante acusada para venir de números positivos y creemos que el bajón va a ser aún más pronunciado en los próximos años, porque en los últimos tres o cuatro los datos de actividad y destrucción de empleo han sido bastante peores en Asturias que en el conjunto del país». Por no hablar de la amenaza de algunos efectos colaterales. «Muchos de los que han fracasado aquí se quedan colgados, malviviendo. La gente tiene verdaderos problemas para renovar los permisos de residencia y eso nos llevará a mayores niveles de irregularidad documental. También a que la gente se ofrezca al poco trabajo que pueda haber en condiciones más precarias y a un empeoramiento de la situación del mercado laboral».

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