lunes, 5 de noviembre de 2012

Las pateras inundan el Estrecho


Junto a  la valla fronteriza de Melilla.. EFEJunto a la valla fronteriza de Melilla. EFE
 En apenas una semana el drama de la inmigración clandestina se ha vuelto a sentir con la intensidad de otros tiempos. Las pateras vuelven a surcar las aguas del Estrecho y el mar de Alborán con una frecuencia insólita, alcanzando niveles de 2001 a 2004, años de máxima actividad a través de estas rutas, reconoce la Cruz Roja. Este repunte lleva aparejado unas consecuencias trágicas que se personalizan en los miles de subsaharianos que han pagado con sus vidas el sueño de hallar en España las oportunidades que se les negaron en sus países de origen.

Desde 2006, año en el que 39.180 personas arribaron a las costas españolas, la inmigración irregular experimentó una constante disminución, según datos del Ministerio del Interior. El pico más bajo se registró en 2010, cuando solo se contabilizaron 3.632 llegadas, 35.548 menos que cuatro años atrás. Este descenso se explicó en gran medida a dos causas: la pérdida de atractivo de España como destino migratorio debido a la crisis y el endurecimiento de las medidas de control en el acceso al territorio nacional.

La tónica a la baja se frenó en 2011 con un balance de 5.443 personas, una línea ascendente que se mantendrá en 2012. Según datos de laAgencia Europea de Fronteras (Frontex), en el primer semestre se interceptó a 2.559 inmigrantes, un 3% menos que en el mismo periodo del año anterior, pero el incremento detectado a lo largo de estas últimas semanas permite prever un ligero aumento global. Solo existe una salvedad, 2011 se vio muy influenciado por las migraciones provocadas a causa de la 'primavera árabe', fenómeno que en cambio no ha tenido trascendencia el presente año.

La reciente oleada de pateras tiene como escenario la costa andaluza, toda vez que la llegada de inmigrantes a las Islas Canarias, principal destino en 2006, se ha visto reducida prácticamente a cero. Tanto el Estrecho como el mar de Alborán se presentan ahora como las principales rutas de acceso a España. Juega a su favor la proximidad entre las costas de uno y otro continente, con una distancia de 14 kilómetros en el punto más cercano y de 84 desde la ciudad de Alhucemas, una de las plataformas de salida y desde donde partió la patera que naufragó el 25 de octubre y truncó la vida de 54 subsaharianos, una de las mayores tragedias registradas frente a las costas españolas.

El director adjunto operativo de la Guardia Civil, Cándido Cardiel, fue explícito durante la celebración, el pasado día 16, de la VII Conferencia Euroafricana al destacar que, aunque la inmigración irregular no se puede comparar a día de hoy a la de años atrás, esta "no ha terminado todavía". "Este fenómeno es como una mancha de aceite y si una puerta se cierra se cuela por otra", apuntó. Y la puerta que se abre ahora de nuevo parece ser la del Estrecho.

Desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) se apoya el razonamiento. Carlos Arce, coordinador del área de Inmigración de esta ONG, destaca que el reforzamiento de la vigilancia en el archipiélago canario ha hecho que se busquen otras rutas para alcanzar España. "Siempre se buscan los caminos más fáciles", afirma.

PRESIÓN MARROQUÍ

Desde la APDHA se señalan dos factores que podrían explicar el reciente auge de las pateras. El primero es cíclico y se corresponde con el clima. Miles de personas viven a la intemperie en los campamentos de Marruecos y por estas fechas, a las puertas del invierno, intentan dar el salto a territorio español. Más aún aprovechando el buen tiempo, como ha sido el caso del pasado mes de octubre. El otro se refiere al cambio de actitud de las autoridades del país vecino. En concreto, «la represión que desde hace meses ejercen las fuerzas de seguridad del país vecino contra los subsaharianos que se agolpan en sus costas», denuncia Arce. Se critica además desde la APDHA que el trato de la policía y el ejército marroquí se vuelve más severo conforme se acerca final de año, el momento de presentar a la UE números de deportaciones y control de fronteras.

José Palazón, presidente de la asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein) de Melilla, valora que la inmigración clandestina no está creciendo en volumen, sino que en los últimos meses se está produciendo de una forma más desordenada y mucho más peligrosa. La causa son, coincide, las redadas de las fuerzas marroquíes realizan al otro lado de la frontera. Califica la situación más allá de la valla de Melilla como de "zona de guerra donde los inmigrantes sobreviven como los judíos en la Alemania nazi, escondidos y atemorizados". "A partir de 2006 los subsaharianos podían trabajar y reunir los 3.000 euros que les puede costar la entrada en España, pero debido al aumento de la represión marroquí ahora se ven obligados a intentarlo de forma desesperada y muy arriesgada", añade el presidente de Prodein, quien asegura haber sido testigo de como policías marroquíes rompen con piedras las piernas y los brazos de los 'sin papeles' para evitar que intenten de nuevo cruzar a España.

"Hay que tener en cuenta -corrobora Arce- que en muchos casos estas personas inician el viaje desde países que se encuentran a miles de kilómetros y durante el trayecto son robadas y vejadas físicamente. Cuando llegan a su destino en Marruecos ya no les queda nada, por lo que deben empezar de cero para poder financiar su pase a España". Pero muchos subsaharianos prefieren arrojarse al futuro incierto del mar antes que seguir sometidos a la amenaza de la deportación o la detención, denuncia la APDHA. Y, según Palazón, los verdaderos culpables de esta situación son los gobiernos, que "juegan con estas personas como si fueran mercancía".

Respecto al número, aunque se habla de miles de inmigrantes, "los cálculos de cuántos podrían estar esperando su oportunidad para entrar en España son del todo imprecisos, varían cada día", explica Arce, quien a continuación explica que «hay subsaharianos repartidos por todo Marruecos, desde las grandes ciudades hasta las zonas fronterizas, esperando a reunir el dinero necesario y encontrar la oportunidad de intentar cruzar el Estrecho".

Para la APDHA, "Europa se ha convertido en una fortaleza, rodeada de fosos de muerte como el Estrecho, y es cada vez más oscura, cada vez más inhumana". Las cifras no contradicen esta afirmación. En 2011 perdieron la vida intentando alcanzar las costas españolas 198 personas. En 2008 la cifra ascendió a 581. Solo en el pasado octubre fallecieron otras 65. Y eso sin contar los naufragios sobre los que no se tiene constancia. Se trata en su mayoría de personas que no saben nadar y se lanzan al mar en paupérrimas embarcaciones que en ocasiones no pasan de ser lanchas de juguete.

Se estima que solo un 25% de los inmigrantes clandestinos logra llegar a España sin ser interceptado. "Se ven obligados a jugarse la vida o endeudarse con las mafias porque se les hace inviable entrar en Europa. Ahora los españoles emigran hacia Chile, Brasil, Estados Unidos o Alemania porque disponen de los mecanismos legales para viajar, pero si estos no existieran habría que ver qué sucedía", concluye Arce. 

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