domingo, 25 de noviembre de 2012

«No somos inmigrantes, somos inversores»


La escritora y empresaria Svetlana Beloúsova, de 45 años y nacida en San Petesburgo, no se anda con chiquitas. Con la máxima educación pero cierto enfado, critica en una cafetería de Madrid la imagen de los rusos que aún conservan algunos españoles. Ya está bien, dice. Y mueve la cabeza de lado a lado. «Aquí venimos preparados, con estudios, habiendo viajado por medio mundo, con idiomas... No somos inmigrantes buscándose la vida, al revés, en general somos gente honrada, que trabajamos duro en nuestro país, y nos gastamos aquí el dinero, inversores: en las casas de la costa, negocios locales españoles, ropa, perfume, teatro, exposiciones». Los datos le dan la razón. En 2008, llegaban a España 250.000 turistas procedentes de Rusia. En 2012 aterrizarán más de un millón. «Vienen con poder adquisitivo elevado y suelen comprar casa. Van a las tiendas de ropa y gastan mucho», explican desde Costa Activa, una agencia inmobiliaria con más de 15 años de experiencia en la búsqueda y venta de viviendas en la Costa Blanca, Costa del Sol, Costa Brava y Barcelona.

Facilidades
La letrada Isabel Gómez, especialista en extranjería, explica que las normas se han flexibilizado. «Antes había un visado único, por el que sólo entraban una vez, máximo 90 días. Ahora se otorga el visado múltiple por el que se puede salir y entrar libremente del país, aunque lo máximo que se puede estar es tres meses». Pasear por el municipio alicantino de Altea, por ejemplo, es como viajar a Rusia, pero con sol y playa. Varios días a la semana durante todo el año, hay vuelo directo Moscú-Alicante. En El Corte Inglés de la capital levantina es tal el número de clientes de Moscú, que se han solicitado dependientes rusos. Al córner de Loewe, por ejemplo, cuenta la abogada alicantina, «sólo entran rusos». Los españoles no estamos tan boyantes. Por no hablar de la costa catalana. En Salou (Tarragona), los menús de primera línea de playa están en la lengua eslava.

Los datos son estratosféricos: los rusos compran el 40% de las casas en el Mediterráneo, unas 5.000 viviendas, 800 millones de euros de inversión. «No son nuestros turistas mayoritarios, aún queda mucho, pero sí los más entusiastas», sostienen desde la inmobiliaria. «Los mercados tradicionales, británico y alemán, han dejado de comprar». Explicación: «El británico porque la libra no está tan fuerte. Los alemanes porque están esperando a la confirmación de lo que pase con España», afirman desde Costa Activa. «Los rusos, sin embargo, con el rublo,sí tienen capacidad de compra y están motivados para invertir fuera. Les interesa la vivienda: quieren un lugar para escapar, bajo el sol», añaden.

El permiso de residencia 
En el caso de los no turistas, es decir, los interesados en asentarse en España (no son la mayoría), se debe solicitar un permiso de residencia. Para ello, deben demostrar que poseen una propiedad en territorio español e ingresos medios suficientes para no tener que trabajar. Se trata de permisos anuales que obligan al ruso a residir al menos seis meses en España. Sobre la posibilidad de conseguir el permiso de residencia si adquieren una vivienda por valor de 160.000 euros o superior (opción que baraja el Gobierno de Mariano Rajoy), los rusos reconocen tener algunas dudas. «Solemos venir de veraneo», explica un turista ruso desde Valencia. De momento hacen cuentas a ver si les compensa.

En cualquier caso, están encantados con nuestro país. Y más ahora, que resulta más asequible por la crisis económica que asola Europa. El número de empresarios de Rusia también crece. Montan negocios para exportar productos autóctonos, muy valorados en las ciudades eslavas.

Barajar Rusia como destino cada vez cala más entre los españoles jóvenes (a pesar del clima). En Madrid, el Centro Ruso de Ciencia y Cultura, en la calle Atocha, una suerte de Instituto Cervantes, está casi desbordado. En sus cinco años de existencia, han visto aumentado el número de alumnos exponencialmente. Antes, solo acudían las familias que habían adoptado niños de allá (para evitar la pérdida de contacto con sus orígenes), las parejas mixtas o algún emocionado lingüista. «Ahora, tenemos más de 300 alumnos», afirma Svetlana Yaskova, coordinadora de los cursos. «Saben que no hay crisis económica en Rusia y algunos quieren aprender nuestra lengua para buscar trabajo allí», afirma. En el centro no sólo se aprende el idioma. Muchas familias llevan a sus hijos a clases de pintura, ballet, piano, cultura, etc.  La coordinadora es filóloga hispánica. «Enamorada de la lengua española», como ella misma explica, desde que escuchó la primera frase en el colegio.  «Esto es una casa. Esto es una mesa. Esto es una cama».

Nougorod cuenta que los cuatro mejores estudiantes españoles de ruso viajaron a Moscú el año pasado becados por el Centro. Tres no han vuelto. «O encontraron trabajo en nuestras ciudades o lo encontraron allí para otros países. Estamos muy contentos». El índice de desempleo en Rusia no llega al 6%. Y sigue bajando.

Nada que ver con la mafia
Muchos rusos insisten en erradicar la imagen negativa que sufrieron (y sufren) en ocasiones. La empresaria Beloúsova, que ya lleva 20 años en ciudades españolas, cuenta que en un programa de televisión, tras publicar su primer libro, contaron que en España se relacionaba «a las rusas, con prostitución; a los rusos, con mafia». El enfado fue monumental. Y la respuesta, también: «No sé qué cultura tienen los españoles, pero los que a mí me rodean, al menos, relacionan Rusia con Kaspárov, ajedrez, Dostoyevski, literatura, o Tchaikovsky, música...». Tema zanjado.

Para fomentar los lazos comerciales entre ambos países, estos días organiza un evento para mujeres emprendedoras rusas, en Marbella, el próximo 11 de diciembre. «Las empresas de aquí se han dado cuenta del gran potencial que tenemos. Hay oportunidades de negocio inmensas. Se puede ingresar capital ruso en empresas españolas con problemas, por ejemplo gastronómicas. Quizás la gente no puede viajar a Moscú, pero nosotros venimos y podemos contactar con ellos», cuenta entusiasta.

El hecho de que, en general, los rusos posean una vasta cultura, se debe, de acuerdo a los entrevistados, a que suelen viajar mucho. «No hay remedio. Hace tanto frío, unos -30º a veces, que en cuanto podemos tener 15 días de vacaciones, vamos fuera: por toda Europa, sobre todo Italia o España», asegura. El clima es en lo que más coinciden. Muchos entrevistados miran por la ventana para corroborar la teoría. «¿Ves?, siempre sol. Felicidad», celebran.

Siempre sol
Polina y Alexandra, de seis y cinco años, practican ballet en el Centro Ruso de Atocha. La madre de Alexandra, Anastasia Piatakhina, de 36 años, es psicoterapeuta y ha vivido en Francia, Italia e Inglaterra. Conoció a su marido, de nacionalidad española, en Rusia. Había viajado allí de vacaciones. Es director internacional de una compañía farmacéutica. Llevan cinco años en Madrid . «De España me gusta todo: la arquitectura, la cultura, la cocina, la gente... la gente es muy abierta y cálida».

España es el cuarto destino favorito para los rusos. Los primeros son: antiguos países de la Unión Soviética, la costa de Bulgaria, Chipre y Turquía. «No somos su prioridad pero, para nosotros (los agentes inmobiliarios) son importantes porque los 15 millones de británicos no están comprando», aseguran. El prototipo de comprador es clase media en busca de un apartamento lo más cerca posible del mar y un presupuesto que va de 130.000 y los 250.000 euros.
A lo mejor, hace años, los que llegaban sí que tenían un poder adquisitivo muy elevado, ahora son clase media, que buscan un lugar calentito». Intentar ser feliz a menos 30 grados es casi imposible, bromean los entrevistados. Su personalidad, sin caer en el error de las generalizaciones, suele ser directa, sincera, sin adornos, quizás un poco fría, pero muy educados. «El ruso es un buen cliente, porque cuando ve algo y le gusta, lo compra. Si no, lo dice enseguida, no te hace perder tiempo», ratifican las inmobiliarias. Quizás rusos y españoles, sin antes sospecharlo, formen un buen equipo.

Las rusas y el amor en internet
La escritora Svetlana Beloúsova incide en un aspecto poco tratado de las relaciones entre Rusia y España: el sentimental. En el libro titulado «El poder del anonimato. Historia real de un anuncio en la red» (Zumaque, 2012), cuenta decenas de anécdotas sobre un anuncio en Internet publicado por una preciosa joven rusa en busca del amor de su vida. Las reacciones de los «machos ibéricos» fueron cuanto menos interesantes. Desde el ofendidísimo, que se permitió insultar públicamente a la joven porque pasó tres días sin contestar, hasta el que declaraba su enamoramiento absoluto pasando por cientos de hombres en busca de sexo rápido. «La gente está muy salida», comenta Svetlana, entre risas, con un perfecto uso de registros del español. «O quizás muy sola», añade. «Esto nunca lo imaginé de un país como España».
FUENTES  http://www.larazon.es/

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