martes, 27 de noviembre de 2012

querido emigrante


Querido inmigrante: venga a España. Le esperamos fraternalmente con los brazos abiertos. Únase a nosotros, no lo dude. Aquí tiene todo a lo que puede aspirar.  Hay sol, sangría, playas y la selección de fútbol siempre gana jugando al tiquitaca.
casa
No haga caso de las insidias que quizá publiquen los periódicos de su país. Los servicios públicos son envidiables y en vez de recortes sólo hay algún ajustecillo de nada. Tampoco crea que aquí a los inmigrantes se les trata con desdén. No se trague eso de que les achacamos que vengan en pateras sólo para parir y aprovecharse de nuestra soberbia Educación, disfrutar gratis del médico, aumentar la inseguridad ciudadana. Qué va. Esos son los que vienen a pelarse de frío recogiendo fruta. O peor, cuidando a nuestros viejos. Pero su caso es distinto, amigo inmigrante. A usted le daremos la nacionalidad. Si, como lo oye.  Sólo le pedimos un nimio favor a cambio: que compre una casa. Una cualquiera de más de 160.000 euros de esas que hicimos a tutiplén cuando los bancos eran unas ONG del beneficio propio y el crédito fácil. Un piso con garaje, dos trastero trasteros para no tener nada que guardar, piscina comunitaria y vistas a alguna autopista por la que ya no circula casi nadie. Para facilitar su decisión, también le regalaremos el felpudo para su nuevo hogar. Una preciosa tira de rafia que mandaremos tejer a cualquier compatriota suyo sin papeles ni casa ni tanto dinero como usted.

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